Día de la solidaridad: Voluntariado

31st agosto, 2017 Geriatel
Día de la solidaridad: voluntariado

Desde el año 2000, cada 31 de agosto se celebra el Día Internacional de la Solidaridad promovido por las Naciones Unidas con motivo de la fecha de fundación del sindicato polaco “Solidarno«7;ć”, donde países como  Eslovenia, Malta, Bulgaria, Eslovaquia y Polonia presentaron una carta para decretar este día de agosto como Día de la Solidaridad.

En la Declaración del 31 de agosto como Día Internacional de la Solidaridad, la ONU recuerda que la solidaridad no sólo es un requisito de carácter moral, sino también una condición previa para la eficacia de las políticas de los países y los pueblos. Es una de las garantías de la paz mundial.

Vivimos un período de grandes diferencias entre los ricos y los pobres. El verdadero progreso no se logrará sin la cooperación entre todas las naciones y los pueblos para acabar con la pobreza. Debemos asumir la responsabilidad ante los que no pueden obtener los recursos suficientes para el desarrollo, cuyos derechos humanos y dignidad no se respetan.

La solidaridad tiene dimensiones diversas y manifestaciones en varios niveles, de ahí que el proyecto de resolución propuesto por la ONU señale la posibilidad de conmemorar el día de formas diversas y por diversos medios con arreglo a las necesidades locales, regionales e internacionales.

Para Geriatel, el voluntariado social es una forma de ejercer esa solidaridad. Como dijo Javier Pérez de Cuéllar, ex Secretario General de la ONU: “los voluntarios sociales son mensajeros de esperanza que ayudan a las personas y a los pueblos para que éstos se ayuden a sí mismos”.

Entre las propuestas que destacan para ser solidarios se encuentran, además del voluntariado, las donaciones, el ser socio de una ONG o el crowdfunding.

En Residencias de mayores en Madrid le damos importancia al voluntariado, ya que además de reportar satisfacción personal, con la ayuda de estos mejoran la vida de las personas, pero sobre todo de nuestros mayores. Con su experiencia mejoran muchas de las situaciones de la vida cotidiana que los ancianos tienen que enfrentarse cada día.

Ser voluntario requiere tiempo, disposición, ganas de ayudar y, en ocasiones, conocimientos previos o formación posterior a la toma de decisión. Los voluntarios son imprescindibles en la vida de algunas personas mayores. Aunque su relación comienza como una visita periódica fijada por agenda, a menudo, se convierten en amigos y en pieza imprescindible de una rutina que busca dejar de serlo. No en vano, sensibilidad y empatía son dos características comunes a los voluntarios y reclamadas por las organizaciones que gestionan estos programas.

Quienes se deciden a formar parte de ellos son personas comprometidas y solidarias con lo que hacen, pero sobre todo, con los mayores. Cada una facilita un engranaje que aparta la soledad de la vida de los usuarios, por lo menos, durante el tiempo que comparten. Juntos recuerdan anécdotas de la infancia, se cuentan lo ocurrido durante el día o se presta ayuda en pequeñas tareas domésticas que facilitan la estancia en el hogar de los ancianos.